Rotunda fiesta de adiós al Jazzaldia en la Trinidad, con los aires «country» de Kristofferson y Costello. ¡Viva el Jazzaldia y la vieja guardia! Se despidió la 45 edición del festival de Jazz donostiarra,en la plaza de la Trinidad, con Kris Kristofferson y Elvis Costello. Primero debutó el más veterano y después el «más joven» volvió a soliviantar la «Trini» en una redonda clausura. Vozarrón romántico del americano y habilidad instrumental del británico y su grupo. Costello venía casi más americanizado,metido en las salsas country que ya había probado en otras ocasiones y, en este caso, compartiendo cartelcon precisamente uno de los emblemas de la música popular y anqui del último medio siglo: el cantautor vaquero Kris Kristofferson. al recinto, sin sillas, parecía reventar a causa del gentío. Aunque el firmamento es tuvo muy tontorrón y no lució precisamente brillante para la ocasión tampoco se portó mal del todo.
Bardo de barba cana
El jueves, mister Kris Kristofferson cumplió 74 años. El ahora bardo de barba cana nació en el 36 en Brownsville, estado Texas, USA. Lleva pisando tablados casi medio siglo, pero parece que aún no lo había hecho en una escenario español. Igual actor que cantor, un clásico de Hollywood, guapo galán de tieso porte y especialista en tonadas de melancólicos ecos campestres, Kris es más yanqui que la bandera de las barras y las estrellas. Por eso arrasa entre quienes gustan del «country and western» más romántico e intimista. Y por eso no agrada a quienes llevan el anti yanquismo como actitud; demasiado americano para ciertos paladar es que no entienden qué pintaba en el programa del Jazzaldia. Pero ellos se lo pierden porque el ahora ya bien madurito autor de «Me and Bobby McGee», canción de anchas libertades individuales que popularizó a comienzos de los años setenta del pasa do siglo su entonces amante y prematuramente fallecida Janis Joplin, es un intérprete entrañable.
Juglar a la vieja usanza, con el sólo apoyo de su guitarra acústica y la armónica, el tejano se valió y sobró para hacer que le atendiera una audiencia
que alborotaba festiva esperando la prometida y conocida marchita de Elvis Costello. Pero se hizo respetar el «countryman» de sempolvando variadas gemas
de su brillante colección particular, la mayoría incluidas en el reciente disco-libreto «Please Don’t Tell Me How the Story Ends», que recupera grabaciones
originales en formato de maqueta de entre los años 1968-1972.
El fiestón de la segunda parte de la clausura jazzera arrancó con el siempre pletórico Declan Patrick MacManus, esta vez acompañado por una banda
de lujo de lo mejor de la escena country USA, que haba utizado como The Sugarcanes. El caribeño nombrecito tiene directamente que ver con el álbum
que presentan:«Secret, profane & sugarcane». Es el regreso de Elvis Costello a la tierra del country, bastantes años después desuiniciático «Almost Blue» de 1981. «Back to Nashville», quediría un castizo. Y de la mano del influyente T Bone Burnett, viejo amigo del británico. Y a Burnett le hatomado Elvis Costello prestadas algunas estupendas Cañas de Azúcar que resumen lo mejor del genuino country. Acompañaron sobre las tablas de la plaza de la Trinidad a Costello el violinista Stuart Duncan, el mandolinista Mike Compton, el bajista Dennis Crouch o el virtuoso del dobro Jerry Douglas. Más Jim Lauderdale a la guitarra y Jeff Taylor en el acordeón. Puro lujo «western», inmejorable fin al de otro estupendo Jazzaldia, que juntaba por primera vez en un escenario a Kris Kristofferson y Elvis Costello cantando juntos tres canciones que ensayaron por la tarde en la prueba de sonido, entre el las «I Believe in You». Un hito musical para Donostia.
|